La era de la divergencia

El mundo, ante un año con certezas y varias incógnitas por delante

Juan Cerruti

Chief Economist Banco Santander

Juan Manuel Cendoya

Vicepresidente Santander España. Director General Comunicación, Marketing Corporativo y Estudios Banco Santander

“Me interesa el futuro, porque es el lugar en el que pienso pasar el resto de mi vida”. La frase, que pertenece al célebre actor y director de cine Woody Allen, refleja que aún en tiempos inciertos y volátiles, el esfuerzo por anticipar posibles escenarios siempre vale la pena. Y, sin duda, 2025 será un año particularmente desafiante.

Los conflictos geopolíticos en curso, la incertidumbre sobre el rumbo económico que tendrá la nueva administración en Estados Unidos (la mayor economía del mundo), su impacto en el resto del mundo, y otros tantos factores hacen que cualquier especulación respecto al devenir económico en los próximos meses tenga un alto nivel de incertidumbre.

El punto de partida

Pero no perdamos de vista el punto de partida de la economía global en 2025, que es positivo. El mundo está completando uno de los ciclos de “aterrizaje suave” (“soft-landing” en inglés) más favorables de la historia contemporánea. Existen pocos registros históricos de períodos de endurecimiento monetario global (subida de tipos generalizada) que hayan sido tan exitosos en reducir la inflación sin deteriorar significativamente la actividad económica.

A mediados de 2022 la inflación se disparó a niveles no vistos en cuatro décadas. Los Estados Unidos, Europa y América Latina, entre otras regiones, vieron subidas de precios de dos dígitos anuales. Los bancos centrales reaccionaron subiendo los tipos de interés. De hecho, 2023 marcó un récord: fue el año en que una mayor proporción de bancos centrales alrededor del mundo subieron los tipos de interés (8 de cada 10) al unísono.

La subida global de tipos de interés logró con el tiempo retornar la inflación a niveles aceptables. Hoy ya se encamina al objetivo del 2% en países como los Estados Unidos o en la Eurozona. Y se logró con el mundo creciendo en torno al 3% en 2024, un nivel de crecimiento aceptable. El PIB de los Estados Unidos avanzó más del 2,5% en 2024 y la Eurozona, con una expansión más moderada, podría alcanzar el 1%.

Así, el final de 2024 y comienzo de 2025 encuentra al mundo en un proceso avanzado de recortes de tipos de interés, inflación a la baja, crecimiento sostenido y mercados de trabajo resilientes (bajo nivel de desempleo). El punto de partida es sin duda favorable. Estados Unidos está en un aterrizaje suave, a veces tan suave que parece que no fuese a aterrizar siquiera, dada la asombrosa fortaleza de su economía, con altos niveles de productividad.

Europa, en cambio, está en una tímida recuperación cíclica, con dos realidades diferentes entre los países del sur (con fuerte crecimiento, como España) y los del norte, cuyo techo está dado por los problemas estructurales que enfrenta Alemania (que representa el 30% del PIB de la región), a lo que se sumó recientemente la delicada situación política en Francia. En tanto, del otro lado del mundo, China sigue su curso de desaceleración estructural, viajando de una tasa de crecimiento anual del 5% al 4% en los próximos años a medida que su economía adopta patrones de un país de ingresos medios.

2025 será un año particularmente desafiante. El mundo está completando uno de los ciclos de “aterrizaje suave”.

Existen pocos registros históricos de períodos de endurecimiento monetario global (subida de tipos generalizada) que hayan sido tan exitosos en reducir la inflación sin deteriorar significativamente la actividad económica.

El final de 2024 y comienzo de 2025 encuentra al mundo en un proceso avanzado de recortes de tipos de interés, inflación a la baja, crecimiento sostenido y mercados de trabajo resilientes (bajo nivel de desempleo).

Lo que viene

Sin duda el hecho saliente del final de 2024 que marcará la agenda económica de 2025 es la victoria en las elecciones presidenciales de Donald Trump en los Estados Unidos. La gran pregunta por responder este año será qué políticas económicas finalmente aplicará. Analizando la experiencia de su primera administración (2017-2021), no sería aconsejable proyectar linealmente sus enunciados preelectorales. Conviene pasar por el tamiz de la “Realpolitik” algunos de sus principales afirmaciones, porque siempre la gestión de una economía tan grande y compleja como la de Estados Unidos implica negociar y arribar a puntos de consenso.

Las principales políticas que ha anticipado que aplicará la entrante administración estadounidense, con impacto económico, son:

  1. Incremento de aranceles comerciales (en distintas proporciones)
  2. Reducción de la presión tributaria en Estados Unidos
  3. Restricción a la migración y/o deportaciones
  4. Política exterior, en particular en los frentes de conflicto militar.

Los efectos de estas medidas difieren significativamente en función de varios parámetros:

  • Si el impacto de las mismas se considera a corto, medio o largo plazo.
  • Si se asume que se aplican inmediatamente o se demoran (voluntaria o involuntariamente).
  • Si se asume que las aplica literalmente o no (solo parcialmente).

La era de la divergencia

En rigor, mientras las políticas que preanuncia Trump significarían para la mayor economía del mundo más crecimiento y algo más de inflación en el corto plazo, en el resto del mundo el crecimiento podría resentirse por estas mismas políticas. No es descabellado pensar en un periodo de divergencia en las tendencias macroeconómicas. Mientras Estados Unidos sostiene un considerable ritmo de crecimiento y se ve obligado a endurecer en el margen su política monetaria, fortaleciendo al dólar; otros países verán mayor enfriamiento económico y monedas más débiles.

El efecto que tendrán estos cambios en la conducción de la economía americana sobre el resto de los países es de todas formas aún incierto. Y dependerá en muchos casos de la posición cíclica del resto de los países o regiones, o su relación comercial y económica con Estados Unidos. El impacto de la guerra tarifaria (subida de aranceles y posible represalia) es siempre difícil de predecir porque es en esencia un shock de oferta (retrae el comercio y el PIB, a la vez que incrementa los precios).

Mientras Estados Unidos sostiene un considerable ritmo de crecimiento y se ve obligado a endurecer en el margen su política monetaria, fortaleciendo al dólar; otros países verán mayor enfriamiento económico y monedas más débiles.

Europa

Para Europa, la llegada de Trump sin duda vuelve a poner sobre la mesa lo que los informes Letta y Draghi ya anticiparon: se requiere un “reseteo” total de la competitividad de la región, con una visión holística y de 360 grados. Cuando Trump anuncia enormes rebajas y extensiones fiscales, desregulación de mercados, etc.; está inyectando competitividad a una economía estadounidense que ya de por si ha mostrado una evolución muy superior a la europea.

Hoy la diferencia en PIB per cápita es casi 40% a favor de los estadounidenses, cuando hace tres décadas atrás era 35%. El crecimiento promedio en los últimos 13 años de la economía estadounidense fue 1 pp superior al de Europa. Al mismo tiempo, la presión fiscal en los Estados Unidos hoy es casi 15 pp menor que en Europa (25% del PIB en EEUU vs 39% en promedio en los cinco países más grandes de Europa).

Europa requiere un “reseteo” total de la competitividad de la región, con una visión holística y de 360 grados.

La llegada de la nueva administración estadounidense encuentra a Europa con sus propios problemas internos, económicos, de coordinación, etc. En la prometida “guerra comercial” que se avecina, la UE es susceptible de entrar de lleno en el torbellino. Después de China, es el segundo mayor contribuidor al déficit comercial de los Estados Unidos. El déficit de EEUU con la zona euro es cerca de 200 mil millones de euros anuales, explicado por productos como coches, medicamentos, etc. El 40% de este déficit comercial es generado por Alemania. Seguramente Europa intentará evitar entrar en una guerra abierta y buscará llevar todo al terreno a las negociaciones.

La segunda cuestión que tener en cuenta en el caso de Europa, es la militar. Dado que la postura de la nueva administración estadounidense con respecto a la guerra de Ucrania parece tener 2 vías. 1) Intentar solucionarlo en breve. 2) Advertir que no seguirá financiando la guerra con armas y presupuesto estadounidenses. En cualquier caso, todos los cambios conducen a que los países europeos deberán replantearse las aportaciones del 2% del PIB en defensa acordados en la OTAN, dado que la mitad de ellos no llega a cumplirlos. Implica mayores aportaciones, en un momento en que las reglas fiscales exigen lo opuesto: moderación.

En la prometida “guerra comercial” que se avecina, la UE es susceptible de entrar de lleno en el torbellino.

En resumen, para Europa el camino está claro: llegó la hora de “reiniciar” la economía, sobre la base de una mayor productividad que estimule la competitividad. La regulación también debe ponerse al servicio del crecimiento perdido. Como indica el informe Draghi, Europa requiere incrementar sus mercados de capitales, avanzando en un mercado único y en iniciativas clave como la Unión Bancaria. Se requieren más de 800 mil millones de euros anuales para cerrar la brecha de innovación con Estados Unidos y China y permanecer competitivos. La regulación debe ponerse al servicio de este objetivo, y no el crecimiento al servicio de la regulación. En los últimos 15 años mientras en Estados Unidos se aprobaron 5.500 nuevas regulaciones, en la Unión Europea ese número casi se triplicó, llegando a 13.000.

España y Aragón

En este contexto mundial, España ha venido haciéndolo relativamente bien. Su PIB creció entre 3 y 5 veces más que el promedio de la zona euro en los últimos tres años, impulsado por la fuerte recuperación del turismo tras la pandemia y las exportaciones de otros servicios. Sin embargo, subsisten desafíos para hacer este crecimiento sostenible en el corto plazo. Entre ellos, mejorar la productividad, y encarar reformas de largo plazo que doten a este buen momento de estabilidad aun en tiempos adversos. Para 2025 se espera otro año de crecimiento a un ritmo alentador, superior al 2%.

En este contexto, la economía de Aragón en 2024 también ha registrado un notable y sólido crecimiento marcando un perfil de aceleración trimestral que concluirá con un aumento del PIB del 3,3%, por encima del crecimiento que estimamos para España (3%). Esta expansión económica ha estado apoyada en el empuje del sector industrial y de la construcción, unido a cierta normalización meteorológica, que ha beneficiado al sector primario. El mercado laboral presenta crecimientos sostenidos en la ocupación y una tasa de desempleo (8,7%) relativamente baja en comparación con la media de España (11,2%), si bien tiene desafíos importantes, ante la subida de la población activa que se produce en un momento de reducción del empleo en la industria automovilística y en el sector público. El proceso desinflacionario va muy parejo con la media de España, y a pesar del repunte de noviembre (2,5% vs 2,2% de octubre), esperamos que la tendencia a la baja continúe de cara a 2025.

Aragón tiene desafíos importantes ante la subida de la población activa que se produce en un momento de reducción del empleo en la industria automovilística y en el sector público.

En 2025, a pesar de que esperamos una desaceleración hasta el 2,5%, Aragón seguirá creciendo por encima de la media nacional. Los motores que deben tomar el relevo para tirar de la economía aragonesa serán las exportaciones, que esperamos recuperen algo de dinamismo gracias a la leve mejoría esperada para la Eurozona y, por otro lado, la inversión anunciada y recibida en 2024 empezará a plasmarse en contribución al crecimiento. La política monetaria expansiva contribuirá a sostener la demanda interna, mejorando la inversión y el consumo privado, y ambas partidas beneficiarán al mercado laboral.

Conclusión

¿Qué cambios veremos en las políticas de Estados Unidos, la mayor economía del mundo? ¿Cómo impactarán al mundo? La respuesta honesta es que hoy nadie lo sabe con certeza. Lo iremos averiguando a medida que avanzamos en el camino. Pero el punto de partida del mundo, y de España en particular, es positivo.  

El 2025 será posiblemente un año desafiante en el que algunas cualidades como versatilidad, adaptación rápida al cambio, capacidad de negociación y trabajo en equipo serán puestas a prueba a todos los niveles de los entramados económicos globales, desde la economía de los países, hasta la gestión empresarial. El mundo ya ha dado muestras, tras la pandemia y la invasión rusa a Ucrania, que puede sobreponerse. Citando a Marco Aurelio: «El impedimento para la acción hace avanzar la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino».